Comunicar la Sustentabilidad
Comunicar la sustentabilidad no es una tarea fácil, pero ser parte de este mundo implica ser conscientes de la urgencia que esto representa. En esta columna, reflexionaremos sobre la importancia del pensamiento crítico a la hora de hablar sobre sustentabilidad y el rol de las IES en este desafío.
Por Cristóbal Trincado Olhabe
Socio Profesional RCS
Comunicar la sustentabilidad es un desafío complejo por su naturaleza. Quienes formamos parte de este mundo sabemos que hay que comunicar, y esta comunicación tiene un sentido de urgencia. El cambio climático es ahora, con un imperativo de acción que requiere convocar a la mayor cantidad de personas.
Las instituciones de educación superior (IES) juegan un rol importante en la transición a la sustentabilidad. En general, las casas de estudio continuamente se posicionan con un papel que considera el impulso de cambios sociales, como generadoras de pensamiento transformador. Las instituciones superiores poseen el desafío de avanzar hacia la sustentabilidad como también dar un mensaje a su comunidad y la sociedad en general.
¿Cómo comunicar?
Cabe preguntarse cómo comunicar. La pregunta es compleja y, al menos en su amplio sentido, considero que es una pregunta sin respuesta. Las estrategias comunicativas dependen de muchos factores, tales como la realidad doméstica de cada institución, a lo que se suma la existencia de una constante evolución de los planteamientos, dando lugar a la innovación y el cambio.
Creo entonces pertinente discutir alrededor de la experiencia comunicativa. La comunicación, independiente del cómo, es una experiencia, una que puede cambiar el pensamiento de las personas y sus acciones consecuentes. Propio de las IES y su espíritu, es enfático no perder de vista el pensamiento crítico. Mencionar el pensamiento crítico trasciende de ser otro discurso grandilocuente, pues es una realidad que impacta en el mundo real y hacia dónde apuntamos como sociedad.

Socio Profesional RCS
Para ilustrar esto, me gustaría mencionar una experiencia que tuve durante mi paso por pregrado. En un ramo de sustentabilidad y ciencia política, como primera acción de la clase inicial, el profesor usa el caso del castor como especie invasora en el sur para plantear: “¿Qué diferencia al castor del ser humano?, después de todo, ambas son especies animales y actúan de acuerdo a su naturaleza (necesidades si se quiere)”. Con esta acción, incita entonces a hilar fino, a cuestionarse más allá de lo evidente, de lo que se esperaría de una clase que tiene en su título la palabra sustentabilidad.
Las instituciones cuentan con un variado número de personas que transitan en sus pasillos, fomentando el llamado a vincularse con su entorno y la sociedad en general. La discusión sobre el actuar humano, del actuar animal, de la azarosa separación humano-naturaleza puede ser dejada para las aulas, es simplemente un ejemplo para ilustrar un punto.
El pensamiento crítico es vital
Aunque dejando la discusión expuesta para espacios particulares, comunicar con pensamiento crítico es algo transversal que se puede aplicar a cualquier tipo de actor. Cualquier iniciativa debe ser debidamente pensada y transmitir la sustentabilidad con un piso fuerte. El cambio climático tiene un trasfondo, no es una invención, lo que se comunica tiene una razón de ser y debe ser debidamente cuestionado.
Despojar a la comunicación de pensamiento crítico puede llevar a instancias de formación que desencadenen en iniciativas cojas. El hidrógeno verde es un gran ejemplo de inversiones millonarias que mueven a un gran grupo de actores, el cual, no ha conseguido hasta la fecha el efecto prometido. He escuchado a personas que plantean como solución obvia desalinizar masivamente el mar, sin medir los posibles impactos que ello puede tener, personas que ocupan puestos de trabajo directamente relacionados con la sustentabilidad.
Es necesario entonces no perder el foco en el pensamiento crítico, el sentido de urgencia no debe concatenar en comunicar puramente desde el alero emocional, en donde se busca más bien el mero convencimiento. Esto, como se expresó, puede contribuir a buscar ciegamente un objetivo sin detenerse a pensar las consecuencias, muchas veces, desaportando antes que todo.
Dicho esto, las instituciones no solo tienen un rol formativo en cuanto comunican, sino también, poseen el desafío de avanzar hacia la sustentabilidad. Lo expresado no es solo un piso sobre cómo vincularse con la comunidad, sino, además, un desafío interno para levantar iniciativas que tengan un impacto tanto en su realidad particular como para el resto de la sociedad. Por su parte, cada persona, independiente del lugar que ocupe, genera un impacto en base a las decisiones que toma.