¿Hablemos de economía circular?, por Margarita Marín

Hablar de economía circular nunca es fácil, y el reto duplica su dificultad cuando tu audiencia quizás nunca antes ha oído hablar de ella.

Precisamente, hace un tiempo atrás me invitaron a conversar acerca de los principios y oportunidades de la economía circular a un público particularmente juvenil, por lo que me embargaba la curiosidad por conversar con jóvenes estudiantes y presenciar la forma en que mi relato de este nuevo enfoque económico, del que muchos escucharían por primera vez, sería recibido.

En esa charla hablamos de cómo la economía circular busca reemplazar al sistema lineal en el que hemos venido desarrollando nuestra actividad humana desde hace más de 200 años. Profundizamos en su propuesta, la que mediante un sistema regenerativo y reintegrativo propone crear industria y desarrollar la economía mundial respetando los ciclos y recursos planetarios, y de cómo ésto se traduce en un beneficio directo para el medio ambiente y las economías. Pero, además, sentía indispensable el transmitir por qué la economía circular resulta ser una de las oportunidades más concretas disponibles en la búsqueda por la transición viable hacia un desarrollo sostenible; porque propone un camino viable y sostenible desde lo económico y de ese modo aporta a cumplir con uno de los valores universales de los objetivos de desarrollo sostenible: no dejar a nadie atrás”.

Que nadie se quede atrás implica muchas cosas. Implica democratizar el acceso al bienestar, implica poder disponer, poder acercar espacios en igualdad para lograr conectar los objetivos de desarrollo sostenible a cada espacio y rincón del planeta. Una tarea indiscutiblemente ambiciosa pero que nos invita a tomar el desafío de transformación sistémica en el que la economía circular nos ofrece cada día más modelos de negocio capaces de ser implementados en cada actividad desarrollada por el humano y donde, por cierto, la educación juega un papel clave, ¿no te parece?

Cuando salí del seminario ocurrió algo que no me esperaba, un grupo de estudiantes me siguió hasta la calle para seguir haciéndome preguntas. Fue emocionante sentir el nivel de interés y curiosidad que despertó en ellas y ellos por saber realmente qué tantas oportunidades les ofrecía migrar sus carreras hacia este enfoque, y me sentí profundamente emocionada.

Un adulto no sale a perseguirte para hacerte más preguntas”, pensé para mi mientras los escuchaba. Y no porque no las tenga, no lo hace por pudor, por inseguridad, por razones superficiales que bloquean su legítimo interés a seguir aprendiendo. Sin embargo, es  gratificante ver cómo los jóvenes no tienen el sesgo del “esto yo debería saberlo” y se atreven a ir más allá cuando lo que les entregas logra motivar sus ansias de adquirir conocimiento.

Estamos experimentando un “timing” perfecto para generar los cambios que la humanidad necesita, pero también estamos contra el tiempo. El ritmo dinámico que estamos vivenciando es único en su clase y lo que nos hace falta es que cada vez más profesionales comprendan la oportunidad que tienen frente a sus ojos, que tomen el liderazgo desde sus espacios y comiencen a girar el timón.

Por eso es tan importante, tan valioso, dirigir nuestros esfuerzos en impulsar una educación para la sustentabilidad que tome esta sincronía entre nuevas mentalidades, ciencia y tecnología, para empujar el cambio desde todas las profesiones, desde todos los oficios y desde cada espacio que habitamos. Comprendiendo que la economía circular no solo es un enfoque digno de ser aplicado en las escuelas de negocio, ya que se trata de la estructura fundamental sobre la cual todas y todos nos debemos desenvolver frente a cada actividad que llevamos a cabo en nuestro día a día.

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Julio 22, 2022

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